domingo, octubre 14, 2007

Pergamino maldito

Venía en el Metro, con mi madre, después de ir al Teatro. Pensaba en la gente que atisborraba el Metro a esa hora. Todo lo que decían. Me era bastante útil no ir con audífonos puestos, así no quedaba más que escuchar a la gente.

Y así di con el pergamino maldito.

Ustedes se preguntarán de que demonios hablo.

Y la verdad es que si te pones a pensar un poco, luego de leer el texto, sabrás lo que es el pergamino maldito.

Así que prosigo.

Un canalla que había escrito una novela bastante demencial, no recordaba nada de ella. Era tanto, que el canalla se había redimido; mas cuando leía la novela, que su mujer le compró para su cumpleaños, volvió a recordar, pero era de una manera distinta, como si él fuese el personaje de la novela, no recordaba aun que él mismo la había escrito.

Y todo giraba en torno a un número: 23.

Creo que saben de lo que hablo (apelo a los cinéfilos).

Esa película me hizo pensar en el pergamino maldito.

Y hoy, cuando revisaba internet, revisé ciertos sitios que estaban borrados de mi recuerdo (algunos blogs prohibidos y restringidos para mi).

Y volví a pensar en el pergamino maldito.

No lo puedo sacar de mi, porque es parte de mi.

Es MI pergamino maldito. Es personal.

Y hace daño.

Mucho daño.

Entre todas las cosas perniciosas, creo que las peores no vienen de otras personas, sino de uno mismo. al final, ¿qué peor enemigo que uno mismo, quién te conoce mejor, más que tú mismo?

De nada sirve pelear contra uno mismo, al final, el único perjudicado es uno mismo (valga la redundancia).

Así que a dejar de pensar en el pergamino maldito.

Etiquetas: ,

0Palabra(s)-Ilustrada(s):

Publicar un comentario

<< Home