jueves, octubre 13, 2005

Limitación

En la vida, ocurren eventos desafortunados (también pueden ser afortunados), que nos limitan a hacer cierto tipo de cosas, cosas que pueden no agradarnos, cosas que pueden encantarnos, cosas que, simplemente, nos agobian en el diario vivir.
El diario vivir, un concepto dificil de reducir a términos mundanos, un concepto que nos llena cada día (por obviedad, no), y que nos complica de mil y una maneras distintas, y nos hace actores dentro de nuestro propio escenario (qué visión más fatalista).

En algunos episodios de mi fatal vida, tan digna de un melodrama cafetero, bananero o caribeño (podría ser una mezcla de todos); han sucedido una increíble cantidad de estos eventos (en mayor número, los desafortunados). Podría empezar por mi nacimiento de 10 meses (estaba por podrirme dentro del vientre de mi madre santa), cuando naci con el cordón umbilical enredado cual banda y las palabras del ginecólogo de mi madre "Será el Presidente de la República"; el accidente que pudo haber acabado con mi vida (tan solo tenía 2 años, y para el remate perfecto, fue en el día de mi cumpleaños, cual un fatal regalo no deseado); seguir con mi miedo incontrolado por el spot de TV de COPEC, de finales de los ochenta y principios de los noventa; mis mañas alimenticias (que me tuvieron al borde de la anorexia, con los ojos llenos de ojeras negras), las golpizas de mi padre si me encontraba con el plato de comida después de las 6 (y eso que llegaba del colegio a las 12, y almorzaba cuando llegaba); mi miedo a los payasos; mis males psicosomáticos (que se transformaron en enfermedades reales, tal como mis soplos cardíacos, la gastritis aguda por causa de la ingesta de ciertos alimentos flatulentos, y muchísimas otras); las veces que me caia de la bicicleta, y me daba de bruces contra el suelo; mi pseudo amigos, que lo único que hacían era molestarme; mis descargos contra ellos en Octavo año (donde me expulsaron del colegio por conductas violentas, tales como golpes, enterramiento de lápices, y otros); mis malas experiencias con los deportes (múltiples fracturas en basketball, football y handball, que conllevaron meses y meses con yeso); mi odio hacia los gitanos (alimentado por las palabras y amenazas de mi padre de que me raptarían, y venderían); mis innumerables veces en que me extraviaba de mis padres (sobre todo en los Malls y ferias); la horrenda vez que me quemé cuando el calefont me explotó en la cara; mis espantosos veranos llenos de quemaduras solares (odio el sol, sobre todo en verano, me quemo como jaiba); cuando me ahogue en frente de mi madre en una piscina (por eso me carga nadar); y podría seguir por horas, días, meses, y, tal vez, años, contando mis penurias en esta vida (por dios que me han pasado cosas atroces!!!!)

A lo que quiero llegar es que estos eventos, todos desafortunados, me ayudaron a crecer como persona, como cristiano, como estudiante, y como humano.

Detras de un mal, se esconde un bien, y si tienes suerte, dos.

Eso me decía mi amado abuelo, Dios lo tenga en su Santo Reino.

Por eso, no importa cuantas veces te caigas en esta vida, lo que realmente importa es que te sepas levantar, y hacer eso con una actitud positiva.

Bueno, eso, por ahora.

Bendiciones a todos.

Su humilde servidor, LORD COLOSSUS, Carlo.

2Palabra(s)-Ilustrada(s):

At jueves, octubre 13, 2005 3:55:00 p. m., Anonymous Anónimo Ilustra...

Holas!!

sipo, las experiencias tristes nos ayudan a crecer como personas...nos forman y dp sirven para no cometer los mismos errores con nuestros hijos y sirven para q nosotros no caigamos en lo mismo...
amigo, te kelo mxo, te hexo de menitos, ojala te pueda ver muy pronto, cuidate mxo.
Pincelita!

 
At jueves, octubre 13, 2005 8:13:00 p. m., Blogger Gabriela Ilustra...

De las caidas se aprende, hay qie disfrutar de todos los momentos de la vida.

Saludillos ^^

 

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