sábado, abril 28, 2007

Defectos.

"Vini, vidi, vinci".
Julio Caius Caesar.

Hay personas en esta vida que llegan avasalladoras, seguras, llenas de confianza en sí mismas. Algunas son orgullosas, altivas, ególatras. Otras son humildes (en el sentido figurado de la palabra), mansas, pero con una alta autoestima.

Y las hay, asímismo, de la manera opuesta. Llegan oprimidas, nerviosas, inseguras, sin nada de autoestima.

Inseguro, lleno de defectos.

Pero, ¿es así? Es decir, ¿puede alguien solo tener defectos, y ni una sola virtud?

Consideren este ejemplo:

Solo basta fijarse, sentarse, pensar en el cuadro mostrado, verlo otra vez, con detenimiento, con algo de amor, buscando que bueno hay en esta persona, y es cuando uno mira a la persona buscando sus encantos es cuando los encuentra, y uno queda sorprendido. La sorpresa grandiosa de que detrás de la horrenda cáscara mostrada, de lo grotesco y burdo del cuadro, hay un sentimiento, que llega a opacar todo lo malo, que hace que uno se llene de infinita ternura por aquel monstruo. Llega el momento del encanto.

Obviamente, muy pocas personas llegan a ese momento.

Porque, digámoslo, nadie es lo suficientemente paciente como para analizar detenidamente el cuadro, uno pasa, lo mira, se aterra, y huye para no volver a verlo. Pero hay quienes al huir piensan que lo mejor es dar una segunda oportunidad, al fin y al cabo, es inofensivo. Vuelven, lo ven otra vez, y ya no es tan horroroso, ya no es tan grotesco, es casi normal, casi como tú, o como yo. Y los defectos pasan a segundo plano, se empiezan a ver las virtudes, aparecen, tímidas y titilantes. Al mirar por tercera vez, ya las virtudes cobran fuerza, el monstruo ya es un hombre, igual a mi, aunque algo mejor, es muy bello, atractivo, irradia bondad.

Y si uno lo ve una vez más, el hombre ya se convierte en un ángel, se transfigura, quedas rendido a sus pies, sus encantos te rodean y te fascinan. Y piensas en que te hubiera pasado si hubieras huido, si no lo hubieras visto así desde el principio. No tendrías la dicha de contar con este ángel protector, que con sus brazos de infinito amor te cuida y protege. Te sientes en paz contigo mismo y con el mudno, ya no hay preocupaciones, tienen tu ángel, y confías en él, sabes que nunca te dejará, lo amas.

Así es el juego del encanto.

Muchos caen, y viven en una aparente felicidad.

Alguien me dijo que los que muestran sus defectos primero hacen la prueba de fuego directa. Si la persona a la que se mostró como un monstruo no vuelve, entonces esa persona no era para ti. Pero si vuelve, y te acepta tal cual eres, con tus defectos, llega a ver tus virtudes, y esa persona, realmente se puede decir que te ama, te valora por quien eres, tanto para ella, como para el resto.

Si vuelve, es por tí, no por quien mostraste ser.

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