viernes, julio 27, 2007

Bip Bip! (Silencio!!!)

Entre medio de que escuchaba y no, tomé conciencia de mi postura. Estaba frío, y una espesa niebla me impedía ver hacia afuera de mi ventana (con suerte se veía el farol del alumbrado público). Abrí el ventanal de mi balcón (soy el afortunado dueño del balcón de mi casa, aunque sea bastante pequeño xD), y traté infructuosamente de ver algo. Me dio mucho frío, por lo que entré, y cerré el ventanal.

Bajé a la cocina a buscar algo de comer, encontré algo de pollo frío (cosa que me gusta) y un poco de tomate picado. Lo tomé, y junto a un vaso de leche cultivada, me los llevé a mi cuchitril. Mientras engullía el alimento, me dieron ganas de leer. El insomnio era potente, y solo leyendo creí que podría calmarlo. Pensé en un librote pesado, para que me inspirara sueño, así que bajé a la biblioteca de la sala, y tomé un grueso volumen de la historia del arte (tomo primero, Arte Prehistórico e Inicios del Arte Antiguo), y un enorme libro, titulado Música de Playa (de Pat Conroy). Empecé con el volumen primero de la Historia Universal del Arte.

Lamentablemente, debí haber elegido algo menos interesante, ya que se me había ocurrido leer sobre la pintura rupestre, y, bueno, el tema me fascinó. Así que terminé la lectura del grotesco tomo en aproximadamente unas 2 horas y media (a todo esto, esto sucedió alrededor de las 1:35 a.m.). Luego, procedí a leer el gigante libro de Pat Conroy (libro cuya aparición en mi casa es un verdadero misterio). Llegué a la página 256 alrededor de las 5:50 a.m., y caí rendido al sueño. De hecho, el libro era tan aburrido que sólo recuerdo la página en la que caí muerto.

Al principio, dormitaba, es decir, entre que dormía parpadeando pesadamente. Llegó el punto en el que llegaba al estado REM, pero un bocinazo me interrumpió el sueño. El vecino había chocado con un auto conducido por un joven en notorio estado etílico.

Bajé la escalera de caracol que conduce a mi pieza, abrí la puerta de entrada a la casa, y desde el pórtico, les grité que se callaran y nos dejaran dormir. Eran aproximadamente un cuarto para las 7 de la mañana de un sábado.

Luego del griterío, volví a mi alcoba, a tratar de dormir un poquito, aunque sea una hora. Pero mi mente, en un atribulado movimiento, no me permitió dormir, alegando que no descansaba con unas pocas horas de sueño.

Así que pasé en vela, comiendo galletas para no caer, y bebiendo café para no dormir.

Tercera vez que me ocurre.

(Si hubieras estado aquí, hubiese dormido como un ángel pensando en ti)

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1Palabra(s)-Ilustrada(s):

At viernes, junio 27, 2008 11:18:00 a. m., Blogger Unknown Ilustra...

Acabo de leer esta entrada y debo declararme fan numero 1 del libro que mencionas, Música de playa, de Pat Conroy. Si realmente te parece tan mal libro, te propongo un trato. Te envío un libro que me parece un bodrio (la cuarta verdad, de Ian Pears) y tu me envias música de playa, que el mio está hecho polvo. Te hace?

 

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