viernes, julio 13, 2007

El Viaje en Paracaídas.

Frente a mi el abismo. Un paso en falso y la caída termina con mi vida. "Lo importante es caer bien", me dijeron. Todo está en caer bien. Da igual en qué posición, la cosa es no matarse.

Pienso en la caída. Muchos mueren en el intento (paros cardiorespiratorios, por regla general). ¿Será dolorosa?... Le tengo miedo al dolor... Pero he sufrido tanto, ya no queda más... Un poco más no será malo...

Renacer de entre las sombras.

Cual Fénix...

Emprender el vuelo...

El abismo es infinito, caer sería volar.

La caída, programada para el punto donde el rojo del cielo choca con el verdor del océano, no será muy larga.

Como un viaje, será como un viaje.

Recuerdo que de joven me gustaba Huidobro... Altazor marcó mi vida... Ese viaje en paracaídas, un viaje que en principio parecía no tener fin, un viaje que comenzaba alto, y terminaba en las mazmorras del centro de la tierra. Un viaje así será esta caída. Espero que mis nudillos no golpeen demasiado el aire al descender.

Y me lanzo.

El aire, fresco como una mañana de verano, como la brisa del mar, como un chorro de agua en el momento preciso, hace que el inicio sea del todo placentero.

Diviso mi casa desde aquí.

Estoy volando tan alto, como si fuera un cohete espacial.

La ionósfera se ve púrpura.

Da paso al camino de color amarillo.

Cruzo un arcoíris de sensaciones.

Mi tacto se confunde con mi olfato, y empiezo a oler nuevas cosas.

Todo empieza a perder sentido, siento que voy subiendo, cuando mi cerebro envía descargas eléctricas indicándome de que estoy cayendo a una velocidad increíble.

Ya nada tiene sentido, todo es simple, bello, inusual.

Lo recóndito del alma empieza a brotar sin que haya sido convocado.

Escucho a mi madre, llamándome a comer.

Y un halo de colores brillantes me ciega por unos momentos.

Puedo ver el mar.

Me siento tranquilo.

Todo en paz, todo en calma.

El mar convertido en una taza de leche, ni una sola ola, sólo el infinito que proyecta, y la calma que entrega.

Un atardecer carmesí se muestra ante mis ojos, algo cansados por los diversos colores que ha visto.

Canto una canción.

Las aves que vuelan alrededor mío me siguen en el canto... me percato de la cercanía con la tierra... comienzo a deslizarme, planeo un rato, y veo todo... A lo lejos se ve un villorrio cercano a una playa, donde pienso aterrizar.

El viaje, paulatinamente, empieza a terminar.

Tomo conciencia de mi estado, y me dispongo a aterrizar en la playa.

Caras familiares aparecen en la playa, saludándome, e indicándome por donde aterrizar mejor.

A fin de cuentas, "el aterrizaje lo es todo".

Y súbitamente despierto en mi cama, con la almohada babeada hasta el cansancio, y dado vuelta.

'Fue un sueño', me digo, y vuelvo a dormir.

0Palabra(s)-Ilustrada(s):

Publicar un comentario

<< Home