martes, noviembre 27, 2007

El grito.

El cuadro colgado en la pared.

El piso tenía motivos de ajedrez.

Un tablero gigante.

La mujer contamplaba pensativa el cuadro. Detrás del cuadro, otra mujer gritaba alocadamente, con sus manos en la cara.

El gesto de horror era evidente.

La mujer que miraba el cuadro empezo a temblar. Su piel empezó a erizarse. Un senitmiento de terror empezó a invadirla. No lo podía comprender. Y no podía moverse.

La galería cerró, sin saber que ella se había quedado inmovil frente al cuadro. Las cámaras de vigilancia no la detectaron. Nadie supo. Incluso el aseador no la vio.

Pero algo extraño pasaba.

A medida que la mujer empezaba a adquirir los rasgos de la mujer del cuadro, la mujer del cuadro, empezó a mirarla pensativa. Y ella se fue.

Un cambio rarísimo. La mujer que miraba el cuadro intercambió su vida por la del cuadro.

Y la mujer se fue de la galería.

(Una mirada pensativa lo puede cambiar todo)

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