martes, enero 10, 2006

Lluvia de gotas en un día de verano (Historias Urbanas, Tercera Parte).

¿Alguna vez han ido al centro en un caluroso día de verano? Me imagino que sí...

Bueno, siempre que camino por el centro de Santiago, me percato de una desagradable situación, tan cotidiana y de rutina, que casi nadie le presta atención debida alguna.

Y son las máquinas de aire acondicionado que penden de las ventanas de los edificios, sobre todo los antiguos, que dejan caer gotas de agua, condensada de el aire que filtran. A veces, estas gotas son más delgadas que la garúa, y otras son tan gruesas como un cuasi chorro de ague que cae a gran velocidad.

Me enferma que estas gotas caigan en mi persona, o en alguna cosa que lleve en particular (mochila, bolso, papeles, etc.), me saca de casillas, odio esas gotas, me recuerdan el horrible sudor que siempre recorre mi cuerpo, ese sudor que con tanto odio detesto, ese sudor que no puedo quitarme de encima.

Además, aparte de estas gotas, a veces, del cielo caen otras cosas, que provienen de animales muy conocidos por todos. Son las odiosas palomas, que repletan todos los rincones del centro de la urbe, y cuando nunca te lo esperas, dejan caer sus excrementos sobre ti, y quedas pasado a fecas de paloma, eso me enerva a tal punto que empiezo a despotrincar contra el que se me cruce por delante.

Hay veces en las que el centro es entretenido, pero cuando uno empieza a fijarse en los detalles, se hace toda una travesía, y en cada rincón encuentras algo extraño, a veces bueno, y a veces malo (la mayoría de las veces suele ser algo malo).

Más adelante, más historias urbanas...

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