lunes, marzo 20, 2006

Pinot Noir.

El viento mece la reposadera. Las luces, tenues y titilantes, alumbran la débil penumbra. Un sonoro estruendo se oye, son los pasos del gigante, que se dirige a su morada, entre los viñedos. Antes de dormir, ofrece una plegaria, el llanto cruje el aire, cortante y sigiloso. Un grito sordo se deja sentir. El aullido de una lejana manada de lobos hacen de la noche un lugar siniestro y peligroso.

Por el suelo, una serpiente se acerca a la majestuosa sombra del gigante, imperceptible y veloz, sus colmillos sudan veneno letal, hambriento y sediento de muerte y destrucción, la maléfica forma reptil cada vez más se aproxima al pobre gigante, nada hay por hacer, el diabólico animal aniquilará a el enorme ser.


Pero al cabo de unos segundos, otro estrundo se hace notar, un humano se acerca, a matar al reptante, es un cazador, amigo del gigante, usará el veneno para otras cosas, pero la serpiente no cederá, hasta que una rata se cruza por el camino, y por una de esas cosas de la vida, se detiene y no percibe al voraz reptil. La serpiente cambia de parecer, y va tras esta nueva y deliciosa presa. La tranquilidad ha vuelto al viñedo, la serpiente, feliz devora a la rata, se oyen los gemidos desesperados del roedor, pero para el gigante, es música armoniosa.


Sólo queda esperar a ver qué ocurrira en la selva del Pinot Noir...

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