viernes, marzo 03, 2006

Sin Más ni Más.

Todo en esta vida es absurdo, llega a caer en la incongruencia, es un mal típico. Todo sale mal, no importa cuantas veces lo intentes, no importa cuan favorable todo parezca, todo sale mal, horriblemente mal.

Me levanto con llanto desconsolado, me acuesto con lágrimas. ¿Es acaso bueno el dolor? Si por las lágrimas se midiera el crecimiento físico de las personas, sería un gigante descomunal.

La vida es así, título anterior de este espacio. Pues ahora, me retracto. La vida no tiene porqué ser así, no hay razón para sufrir, sobre todo cuando tanto ya se ha sufrido.

Durante un tiempo creí conocer a alguien, a alguien especial, pero ese alguien no lo era tan así, o tal vez lo era en demasía. Exageradamente especial, al grado de ser intocable, inmaculado, al menos para algunos.

Decencia, cortesía, educación, muy pocas veces estos vocablos vienen de la mano con un sentimiento, palabra también, llamado sinceridad. Este sentimiento se agradece mucho, a veces destruye vidas, otras veces las salva.

Muerte, infelicidad, desgracia y dolor, son los resultados de la falta de ese sentimiento, sentimiento del que alguien careció.

Si tan solo hubiese dicho algo, si tan solo hubiese sido sincera, habría salvado mi vida, o la habría destrozado en mil pedazos. Curioso. Vida y muerte se funden en el amor.

A veces creemos amar, cuando solo sabemos odiar, pero del odio al amor hay un solo paso, pero ese paso tan difícil es de dar. O en ocasiones muy fácil es de dar.

Te odio, y te amo, no sé porque la dicotomía, sólo sé que lo siento.

Siento tanto que todo haya terminado así, siento tanto que las almas se hayan separado, siento tanto que me hayas devastado, ojalá yo fuera tú, tan estoica, tan invulnerable, tan dura; y que tú fueras yo, tan sensible, tan frágil, tan deleble.

Te odio, con toda mi alma, alma que clama por ver correr tu sangre, alma que exige justicia. Todo fue tan injusto, yo digo te amo, tú dices la vida es dura; yo digo no importa, tú dices que no, no y no.

Te amo, porque no puedo dejar de amarte, te amo porque mis oídos necesitan tu dulce voz, porque mis ojos necesitan tu bella silueta, mi alma necesita tu alma, para hacer de ellas una sola, perfecta, brillante y armoniosa.

Sin más ni más mataste a esta alma, sin más ni más te fuiste, y dejaste el lecho con sabor a derrota, sin más ni más, aun cuando creí que me amabas, y que yo te amaba, ninguno de los dos pudo dar el paso. Yo por el miedo, tú por otro, o tal vez por el miedo también, si las almas gemelas se tiene miedo unas de otras.

Tengo miedo de quedarme solo, tengo miedo de arrepentirme y de olvidarte, tengo miedo.

Pero tú, sin más ni más, me olvidaste por completo.

Y ahora las horas pasan...

0Palabra(s)-Ilustrada(s):

Publicar un comentario

<< Home