viernes, agosto 22, 2008

Invierno

Mientras caminaba por Tribunales, me iba repitiendo la idea de renuniar a mi trabajo, de no querer verle más la cara al maldito de mi jefe, de ahorcar su cuello, de silenciar su desagradable voz. me repetía esa idea hasta que, saliendo del ascensor, vi una cara familiar. Era la Gabriela Cisterna, una muchacha sumamente-buena-persona, con una sonrisa que siempre posa en su cara regordeta. Y al lado de ella, mi némesis, la persona en la que veo reflejados todos mis problemas, una muchacha tan gris, tan infeliz, que me da pena de solo verla, pero que de alguna manera, sé que soy yo, mirándome, y contemplando en lo que me convertí. Es curioso que alguna vez haya tenido tanta cercanía con ella. Pero bueno, los que pasó es que sentí su presencia en el momento exacto antes de verla. Era como un aura decaida, un alma en pena. Casi un fantasma escondido entre esos ropajes. 

No sé si realmente la amé. No sé si le importé, porque probablemente no le importé en lo absoluto (razón por la cual nunca más me dirigió la palabra, siquiera la vista). No lo sé, no sé nada de eso. Me incomoda terriblemente verla a cada momento, sobre todo cuando ella toma ramos similares a los míos, me incomoda ver su silueta deambulando como ánima por los pasillos de la Facultad.

Quiero poder olvidarla, como ella lo hizo. La envidio increíblemente. Quisiera poder ser así, de hierro para esas cosas. Pero no, lo más gracioso es que yo sé que ella no es así, aunque ella de una pantalla de frialdad, dentro hay un corazón dulce. Es una tuna (mira el ejemplo burdo que pongo). Se recubre de espinas.

Pero nada saco con seguir admirando. Nada saco, sobre todo cuando hay mucha más gente allá a afuera, interesada en personas extrañas como yo. Conozco una, que me hace sentir como si fuera un niño, me hace reir, me da consuelo, me veo proyectada con ella. Pero no, sigue rondando la silueta fantasmal de ella (basta de señalarla como un ser espiritual e indefinido), la silueta de Rocío.

Hay que dejarla ir.

Como el invierno se lleva lo poco de vida que queda, para en la primavera, ver florecer todo otra vez, hay que erradicr hasta el último extracto de esta planta, que como la mala hierba, es sumamente difícil de sacar. Pero creo que se podrá.

Podar el árbol, para que las ramas tiernas, crezcan de nuevo.

(Perdonen lo cursi de lo escrito, pero es lo que hay...)